jueves, 17 de marzo de 2011

LAS PEORES CATASTROFES NATURALES EN ESPAÑA Y PORTUGAL


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Seguramente ya sabrás que tanto España como Portugal y sus alrededores se encuentran en una zona de alto riesgo sísmico. Aunque formemos parte de la gran placa tectónica euroasiática, nos hallamos de hecho en la Microplaca Ibérica, con unas dinámicas diferenciadas propias. Esta microplaca, formada hace unos 600 millones de años, incluye toda la Península Ibérica y se extiende hasta las Baleares, Córcega, Cerdeña y un sector de los Alpes Occidentales.

La Microplaca Ibérica se encuentra, pues, a caballo entre la placa tectónica africana y la euroasiática, que se empujan y deslizan entre sí; durante los próximos treinta millones de años, el Mar Mediterráneo se cerrará y desaparecerá hasta unir completamente Europa con África para muchos cientos de millones más. Según algunos autores, durante este proceso nos convertiremos en una cordillera más alta y extensa que el Himalaya del presente, extendiéndose desde el Océano Atlántico hasta lo que hoy en día es Asia Central.








Evolución futura de la Tierra (NASA)
Tanto movimiento provoca, claro, que vivamos en la segunda zona más volcánica del mundo después del Cinturón de Fuego del Pacífico: el Cinturón Álpido, que se extiende desde las Azores hasta Sumatra. A ambos lados del estrecho de Gibraltar, encontramos dos complejas zonas geológicas de fallas y subducciones: la gran Región de Fractura submarina de Azores-Gibraltar, en el Atlántico (AGFZ); y los complejos volcánicos de Italia y Grecia, en el Mediterráneo, que incluyen algunos tan conocidos como el Etna, el Vesubio, el Santorini y hasta el Vulcano original, dando nombre desde hace dos mil años a todos los demás gracias al latín de los romanos. Hay mucha fiesta ahí abajo, por lo que no resulta extraño que la tierra se mueva bajo nuestros pies. Y mucho.


Esto ha causado algunos potentes terremotos en nuestros alrededores, algunos de los cuantes se cuentan entre los más mortíferos de la historia. Este fue el caso del tsunami de Messina (Italia), el Día de los Inocentes de 1908, que se cobró entre cien mil y doscientos mil muertos, precedido por el terremoto de Sicilia de 1693, con 60.000 víctimas, y los Cinco de Calabria en 1783, que sumaron 50.000. El Magreb también ha recibido lo suyo, con la destrucción de la ciudad vieja de Argel (1716), la aniquilación de Orán en 1790 (que condujo al abandono de esa posesión por España, dado que no quedaba gran cosa que poseer), el de Agadir de 1960 (15.000 muertos) o los más recientes de El Asnam, Boumerdès y Alhucemas, cada uno con su cuenta de cientos y miles de pérdidas humanas y graves efectos económicos de alcance regional que se extienden a lo largo de las décadas.

España suele evitar estas sacudidas devastadoras por hallarse en una zona ya muy machacada, que cede fácilmente en forma de pequeños sismos antes de que llegue a acumularse energía suficiente para provocar uno verdaderamente grande. Gracias a este hecho, la mitad sur de la Península Ibérica sufre muchos terremotos suaves pero pocos destructivos a gran escala. Aunque no siempre. De vez en cuando, estas fuerzas telúricas se encuentran con una resistencia mayor, que va acumulando silenciosamente cada vez más y más energía hasta romper la tierra por fin. La tierra que se encuentra debajo de nuestros pies, esa que suponemos firme, de la que sabemos tan poco.


El Gran Tsunami de Lisboa de 1755.


"Este fue el año en que la ciudad de Lisboa
vio la tierra abrirse y tragársela..."


Eran las 10:24 del 1 de noviembre de 1755 cuando una enorme acumulación de estas fuerzas tectónicas provocó un terremoto gigantesco en la Región de Fractura de Azores-Gibraltar, unos 200 km al sudoeste del Cabo San Vicente, en medio del Atlántico. Alcanzó magnitud 8.7 (9 MMS según otras fuentes), convirtiéndose así en uno de los diez más potentes de la historia. Poco después, las ondas sísimicas alcanzaron Lisboa, que por aquel entonces contaba con 200.000 habitantes. No era la primera vez que la capital portuguesa sufría un movimiento sísmico ocasionado en la AGFZ atlántica, pero jamás uno como este. El terremoto sacudió la ciudad violentamente durante unos tres a seis minutos, provocando el colapso instantáneo de los edificios y en especial de las iglesias que se hallaban llenas de gente debido a la festividad católica celebrada en esa fecha: misa matutina antes de la procesión, día de Todos los Santos.

Nunca salió una mañana tan buena como la de aquel 1 de noviembre. El sol brillaba con todo su lustre; la faz entera de los cielos estaba perfectamente serena y clara; y no había la menor señal de advertencia del suceso que se aproximaba, que hizo de esta ciudad una vez floreciente, opulenta y populosa el escenario del mayor horror y desolación [...]


En la mañana de este día fatal, entre las horas de nueve y diez [local], me hallaba sentado en mi apartamento terminando una carta cuando los papeles y la mesa en la que estaba escribiendo comenzaron a temblar con un movimiento suave que me sorprendió, ya que no podía percibir el menor viento. Mientras reflexionaba a qué podía deberse esto, pero sin tener la menor comprensión de su causa real, la casa entera se puso a temblar desde sus mismos cimientos; lo que al principio imputé al traqueteo de varios coches en la calle principal, que solían pasar así a estas horas desde [el barrio de] Belém hacia el palacio. Pero al escuchar más atentamente salí pronto de mi error, pues descubrí que se debía a una clase de sonido extraño y temible bajo el suelo, parecido al rumor distante y apagado del trueno. Todo esto sucedió en menos de un minuto, y debo confesar que ahora empecé a alarmarme, conforme se me ocurría que este ruido podía ser posiblemente el inicio de un terremoto; pues otro que recordaba, sucedido seis o siete años atrás en la isla de Madeira, comenzó de la misma forma aunque hizo poco o ningún daño.


Así pues, arrojé mi pluma y me puse en pie, quedando un momento en suspense, decidiendo si debía seguir en el apartamento o correr a la calle, pues el peligro en ambos lugares parecía igual, aún engañándome a mi mismo con la suposición de que este temblor no produciría más daños que los indignos de consideración vistos en Madeira. Pero al momento fui arrancado de mi sueño, quedando instantáneamente atontado por un estrépito horroroso, como si todos los edificios de la ciudad se hubieran derrumbado a la vez. La casa en la que estaba se agitó con tal violencia que los pisos superiores colapsaron de inmediato, y aunque mi apartamento (que estaba en la planta baja) no compartió por el momento este destino, todo salió despedido fuera de su lugar de tal manera que sólo pude mantenerme en pie con mucha dificultad, esperando nada menos que ser pronto aplastado hasta la muerte, mientras las paredes continuaban sacudiéndose de un lado a otro de la manera más aterrorizadora, abriéndose en varios puntos; grandes piedras caían de las roturas por todas partes, y los extremos de las vigas se salían del techo. Para empeorar esta escena terrorífica, el cielo se tornó en un momento tan oscuro que ahora no podía distinguir ningún objeto en particular; era una oscuridad egipcia [se refiere a la novena plaga de Egipto según la Biblia] que se debía, sin duda, a las nubes prodigiosas de polvo y cal alzándose a causa de la violenta concusión y, como algunos informaron, a exhalaciones sulfurosas, aunque esto no puedo afirmarlo; en todo caso, lo cierto es que estuve ahogándome durante casi diez minutos.


Huí de la casa a las calles estrechas, donde los edificios ya se habían desplomado o estaban cayéndose continuamemnte, y escalé las ruinas de la Iglesia de San Pablo para llegar a la orilla del río, pensando que ahí encontraría alguna seguridad. Aquí hallé una reunión prodigiosa de personas de ambos sexos, y de todos los niveles y condiciones, entre los que observé a algunos de los clérigos principales de la iglesia patriarcal con sus ropajes púrpuras, pues todos iban con hábito de obispos; así como a varios curas que habían huido de los altares con sus vestimentas sacerdotales mientras celebraban misa; señoras medio vestidas, y algunas descalzas. Todos estos se habían reunido allí debido al peligro común y estaban de rodillas, rezando, con los terrores de la muerte en sus expresiones, dándose golpes de pecho y gritando incesantemente: "Miserecordia meu Dios...!"


En medio de nuestras devociones, vino el segundo gran impacto, un poco menos violento que el primero, pero suficiente para completar la destrucción de los edificios ya muy dañados. La consternación se tornó ahora tan universal que los gritos y llantos de "Miserecordia" nos llegaban perfectamente desde lo alto de la colina de Santa Catalina, a una considerable distancia, donde un gran número de personas se habían retirado; al mismo tiempo, pudimos escuchar en ese momento la caída de la iglesia parroquial que había allí, donde muchas personas perecieron en el momento y otras resultaron mortalmente heridas."


–Reverendo Charles Davy, recogido en Eva March Tappan, El relato del mundo: una historia del mundo en relatos, canciones y arte, vol. V (Italia, Francia, España y Portugal), pp. 618-628, Houghton Mifflin, Boston, 1914.
Pero el desastre sólo acababa de empezar. Pese a las súplicas al cielo de los lisboetas, algo pavoroso se avecinaba. Desde Irlanda hasta Senegal, el Atlántico había desaparecido y no tardaría en volver bajo la forma de un tsunami monstruoso. El reverendo Davy nos lo cuenta también:

De pronto, oí un griterío general: "el mar viene, estamos perdidos". Al escuchar esto giré mis ojos hacia el río, que en ese lugar tiene casi cuatro millas de ancho, y pude verlo hinchándose y agitándose de la manera más indescriptible, aunque no soplaba ningún viento. En un instante surgió, a poca distancia, una gran masa de agua, creciendo hasta convertirse en una montaña. Vino rugiendo y echando espumarajos para dirigirse hacia la costa con tal ímpetu que al instante todos corrimos por nuestras vidas tan deprisa como podíamos; muchos fueron arrastrados hacia alta mar, y el resto acabamos con el agua por la cintura a gran distancia de la orilla. Por mi parte, escapé por los pelos [...] Sin saber a dónde retirarme en busca de refugio, volví con mis ropas chorreando al área de San Pablo. Allí estuve durante unos minutos, observando cómo los barcos en el mar se inclinaban y encabritaban como si estuvieran en una gran tormenta; algunos habían roto amarras y se veían arrastrados al otro lado del Tajo [...] Varios grandes barcos zozobraron y terminaron quilla arriba.


[Un marino que lo vio desde mar adentro me informó después] que, cuando llegó el segundo golpe, pudo ver cómo la ciudad entera se agitaba hacia atrás y delante, igual que el mar cuando el viento empieza a levantarse [...]; el río se elevó veinte pies de golpe y al instante desapareció; momento en el que el muelle entero, con toda la gente que había en él, se hundió; y, al mismo tiempo, todos los buques que había cerca fueron succionados hacia la cavidad, que suponía se cerró de inmediato tras ellos, pues no se pudo hallar el menor signo de naufragio. Doy crédito a esta explicación, pues todo el mundo está de acuerdo en que los barcos han desaparecido, y en cuanto al muelle [acudí unos días después] lo hallé sumergido en aguas profundas, invisible en muchos puntos.


–Rev. C. Davy, op. cit.

Lo poco que quedaba de la ciudad fue consumido por el incendio subsiguiente. Esta clase de incendios masivos son comunes en las ciudades arrasadas, con los servicios de emergencia dislocados, y el reverendo Davy los achaca en este caso a los cirios y velones de los templos derribados (miles de focos de fuego en una festividad tan importante), los fuegos abandonados de las cocinas y la acción de los saqueadores.  

Hubo un total de tres olas causadas por el gran terremoto submarino que atravesaron el océano causando muerte, terror y devastación por todas partes. Las poblaciones costeras del Algarve sufrieron graves daños, con miles de muertos y desaparecidos, y no sólo hasta Cascais o Estoril, sino incluso en lugares como Covilhã, que se halla tierra adentro, en las estribaciones de la Sierra de la Estrella (extremo portugués del Sistema Central). Todos los puertos de las Azores resultaron destruidos.

Un tsunami de tres metros azotó Coruña, cruzó la Bahía de Vizcaya y fue a golpear con fuerza en Cornualles (Reino Unido) y Galway (Irlanda), donde derrumbó una parte de la muralla que protegía la ciudad. Por el sur, en Marruecos, pudo causar hasta diez mil muertos, aunque existe confusión en las fechas con la mortandad ocasionada por unas réplicas que se produjeron dos semanas y pico después. En Lisboa perecieron de treinta a cuarenta mil personas, y muchas más fueron heridas y mutiladas. Muchos pueblos pequeños situados en la costa desaparecieron, simplemente. Distintas estimaciones calculan que el terremoto y tsunami del día de Todos los Santos de 1755 ocasionó entre 50.000 y 100.000 muertos.


Con el 85% de sus edificios arrasados, la Lisboa antigua y su arquitectura manuelina desaparecieron, para verse sustituidas por la ciudad actual. La Biblioteca Real de 70.000 volúmenes y su colección de pintura de Tiziano, Rubens y Correggio fueron aniquiladas junto al Palacio de Ribeira que las albergaba. La Ópera, recientemente inaugurada, dejó también de existir. Los archivos reales, con datos detallados sobre las exploraciones de Vasco de Gama y otros grandes navegantes, tampoco se pudieron recuperar. La catedral antigua se había derrumbado también, aunque fue reconstruida con posterioridad, al igual que las principales basílicas y monasterios. El mayor hospital con el que contaba la capital pereció en el incendio, y cientos de enfermos se quemaron vivos en su interior.

Los efectos del desastre siguieron sintiéndose a largo plazo, durante muchos años. No sólo contribuyó a empobrecer el sur de Portugal, sino que la destrucción del puerto y los astilleros lisboetas redujeron sus aspiraciones colonialistas, contribuyendo al declive del Imperio Portugués. La gran mortandad acaecida dentro de los templos en fecha tan señalada provocó duda y confusión entre los hasta entonces muy católicos y romanos lisboetas, favoreciendo a la Ilustración y el Racionalismo tanto en el país como fuera de él. Voltaire se sintió inspirado por el suceso para escribir Cándido y Poema sobre el desastre de Lisboa, que puso en duda netamente por primera vez en el Occidente moderno la idea de que vivíamos en el mejor de los mundos bajo la protección de un dios benevolente. También influyó en un sentido muy parecido a Rousseau y Kant, tambaleando el sistema filosófico cartesiano que hasta entonces dominaba en Europa. La reconstrucción y la investigación desarrolladas por el Marqués de Pombal, primer ministro por aquel entonces, se hallan en el origen de la sismología contemporánea y la construcción contra terremotos. Sin duda, hubo un antes y un después del día de Todos los Santos de 1755.


Condado de Ribagorza, 1373.

Por supuesto, no fue este el primer terremoto en alcanzar la Península Ibérica con consecuencias devastadoras para sus habitantes, aunque sí el más grave.

El 2 de marxo de 1373, siendo Alfonso de Aragón conde de Ribagorza, un terremoto que se ha estimado actualmente en una intensidad de 6.5 sacudió esta histórica región pirenaica. El origen de este temblor estuvo situado en lo que hoy en día conocemos como falla del Macizo de Maladeta (norte), en las proximidades de la unión entre la Microplaca Ibérica y la Placa Euroasiática, que fue identificada tras el sismo de Viella de 1923. Este terremoto hizo colapsar numerosos pueblos y castillos en su área epicentral, que hoy en día se encuentra entre Huesca y Lleida.


Olot, 1427.

Menos de un siglo después, la histórica ciudad gerundense de Olot fue aniquilada por dos seísmos que se sucedieron el 15 de mayo de 1427 y el 2 de febrero de 1428; este último también destruyó Queralbs, con un saldo de 800 muertos. Olot fue reconstruida en una ubicación distinta, donde se encuentra actualmente, con el trazado de calles perpendiculares que la caracteriza. El origen de estos terremotos también se halla en la zona de contacto ibérica-euroasiática del Pirineo.


Almería, 1522.

Arrancaba la Edad Moderna cuando un terremoto en el Mar de Alborán con una intensidad actualmente estimada en 6.5 destruía la ciudad de Almería y su puerto, ocasionando mil muertos y llegando hasta Granada. Las consecuencias para la región, recientemente reconquistada al musulmán, fueron devastadoras: dado que el puerto no se reconstruyó hasta tres siglos después, la que había sido una de las taifas más importantes de Al-Andalus quedó efectivamente excluida del comercio con América y languideció lentamente durante mucho tiempo. Poco después, en 1531, Baza (Granada) corría la misma suerte, con cuatrocientos muertos.


Montesa (Valencia), 1748: la agonía de los Templarios.

Aunque no fuera un terremoto de gran importancia, este suceso en tierras valencianas tuvo unos efectos gravísimos sobre la Orden de Montesa, una de las más importantes de su época. Eran las seis y cuarto de la madrugada del 23 de marzo de 1748 cuando, después de "copiosas y fuertes lluvias", un fuerte seísmo sacudió la comarca de La Costera, afectando entre otras localidades a Xàtiva, Estubeny y Montesa. En el montículo que domina esta histórica villa se hallaba el castillo y convento de la orden de caballería del mismo nombre, sucesora de los famosos Templarios. Nos lo cuenta el cronista Teodoro Llorente:


Amanecía el día 23 de marzo de 1748. Después de copiosas lluvias, sonreía hermosa la primavera [...] Los clérigos del Sacro Convento habían rezado en coro las Horas menores, y algunos de ellos estaban celebrando misa. De pronto sintieron temblar la tierra a sus pies, bambolearse las paredes y desplomarse las bóvedas con horrible estrépito. Eran las seis y cuarto de la mañana. La iglesia y todas las construcciones del castillo se venían abajo. Un prolongado trueno salía de aquellas ruinas y una nube de polvo las envolvía. A las dos horas, otra sacudida completó la destrucción. Repitióse el estrépito y la polvareda; caían rodando por la montaña los sillares desprendidos de los muros [...] En Enguera, Vallada, Canals, Sellent y demás pueblos de la Costera, el terremoto registró una gran intensidad, produciendo desastres, derrumbándose casas, iglesias, campanarios, desprendimiento de peñas [...] abrió grandes grietas en la tierra, llegando a alcanzar una longitud de una legua.

Puerta de entrada

 Resultaron muertas en el castillo 18 personas, entre caballeros y monjes. Tras varias réplicas, el 2 de abril
se produjo otro seísmo de gran intensidad, que acabó con lo poco que había quedado. Los supervivientes se desplazaron a la ciudad de Valencia, donde poseían unos terrenos y construyeron (claro) el Palacio del Temple. Sin embargo, por aquel entonces la orden ya estaba en completa decadencia y, alejados así de sus territorios históricos, perdió relevancia y los últimos templarios se extinguieron a efectos prácticos menos de un siglo más tarde, tras la Guerra de la Independencia contra el francés. La supresión de los señoríos feudales y la desamortización de Mendizábal les daría la puntilla final en la primera mitad del siglo XIX.

Efectos del terremoto de Lisboa en Andalucía Occidental.

El Gran Tsunami de Lisboa de 1755 dañó también gravemente Huelva, Cádiz, Conil de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, destruyendo gran número de casas e iglesias, y causando centenares de víctimas. Huelva y su comarca tardarían mucho tiempo en reponerse.

Siglos XIX y XX.


El 25 de agosto de 1804, la tierra volvió a moverse con gran violencia en Almería. Esta vez resultaron alcanzadas las poblaciones de Dalías, Berja y Roquetas de Mar, con un saldo de 407 personas muertas.

El 21 de marzo de 1829, un grave terremoto golpeó Almoradí (Alicante), haciendo sentir sus efectos en Torrevieja, Orihuela, Guardamar y otras localidades de la Vega Baja del Segura, ocasionando 389 muertes. Almoradí resultó aniquilado totalmente y tuvo que reconstruirse entero, aunque Orihuela y Guardamar no salieron mucho mejor paradas y hubo que reedificarlas por completo también. El seísmo, de intensidad 6.6, se originó en un complejo de fallas geológicas que se encuentra en esta comarca.

El último terremoto con una notable pérdida de vidas ocurrió en Arenas del Rey (Granada) el día de Navidad de 1884, cobrándose 839 víctimas. Arenas del Rey era una localidad de cierta importancia donde resultaron demolidas 4.400 casas. Sería reconstruída con aportaciones de toda España bajo el impulso del rey Alfonso XII, aunque tardó mucho en recuperar su vigor.

Durante el último siglo, la madre tierra ha sido buena con nosotros y sólo cupo lamentar varias muertes en 1956 (Albolote, 11 víctimas) y 1969 (Huelva e Isla Cristina, 19 fallecidos en un terremoto de intensidad 7.3).

10 comentarios:

  1. aqui en españa me preocupa mas otra clase de terremoto que a seguir asi seguramente se materializara a no tardar mucho ...es el efecto tsunami economico que nos golpeara con fuerza
    menos mal que nosotros como buenos carroñeros algo sacaremos de tan suculento botin asi que ve preparando la nao para cuando llegue el dia
    hasta entonces buen viento y mejor botin capitan

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  2. La tierra tiembla, y aunque creamos que todo es firme, solo nos separa un hilo de la muerte o la destruccion, pero sin ser fatalista que ultimamente me paso, estoy con Hawai ese si que va a ser espeluznante, espero que la nave sea grande decirme como pago, pero me apunto.
    Un fuerte abrazo.

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  3. Nos olvidamos de estas cosas, pero han sucedido y lo de Japón prueba que vuelven a suceder, capaces de arruinar paises por mucho tiempo.

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  4. La tierra está cambiando y lo hace cíclicamente. Ahora los que sufren están en Japón que está dando un ejemplo al mundo de civismo y solidaridad para con su propio pueblo.
    Estoy emocionada cada vez que veo imágenes de como siguen trabajando y "arrimando" el hombro... ¡Un pueblo admirable del que convendría aprender!.
    Un abrazo.

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  5. No seas pesimista Hawai,el filosofo español Eugenio Trias decía que, en esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.

    buen viento y mejor botin

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  6. Muchas gracias Jose Antonio,siempre se agradece que te digan eso, pero viniendo de alguien como usted todavía se agradece mucho mas.

    un gran saludo

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  7. Autoconocimiento, aquí tienes pasaje gratis,pero recuerda este proverbio japones "Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar."


    UN GRAN ABRAZO

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  8. Trecce ,tienes toda la razón, tendemos a olvidarnos con demaseada facilidad, la verdad de nuestra frágil realidad.

    un gran saludo

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  9. Así es Towanda, nos están dando verdadero ejemplo a todos, son increibles, los admiro mucho, el otro día vi unas imagenes de una profesora dando el graduado de fin de curso a unos niños,tenian lagrimas en los ojos,y yo me puse a llorar en casa,

    un gran abrazo

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